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La historia del gorila que fue adoptado y vivió como un niño en Reino Unido

John Daniel aprendió a tomar té y sidra, fue a la primaria y viajó en coches convertibles: hizo todo lo que un gorila en desarrollo hubiera deseado… ¿o no?

La aldea de Uley, una localidad situada en el condado de Gloucestershire, nunca ha superado los mil habitantes. Es un pueblito silencioso en las cercanías con la frontera de Gales. Además de ser hogar de una de las granjas de la familia Tudor, los habitantes llevan vidas sin mayores eventualidades. Incluso, cuando se es un gorila en desarrollo.La historia del gorila que fue adoptado y vivió como un niño en Reino Unido La historia del gorila que fue adoptado y vivió como un niño en Reino Unido

Un miembro activo de la sociedad

En 1918, una familia inglesa de Uley adoptó a un gorila joven como su hijo. Lo llamaron John Daniel, y fue criado como un niño humano en el pueblo. Además de tener su propia habitación, le gustaba el té y la sidra, como a cualquier adolescente galés.

No fue hasta que Margaret Groom (una archivista local) publicó su historia, que realmente saltó al estrellato. Inglaterra entera estalló en curiosidad por saber cómo era que un gorila adulto había llegado hasta Uley, y más aún, cómo se había integrado como un miembro activo de la sociedad.

Resultó ser que el animal fue comprado por su familia adoptiva en una tienda departamental londinense, conocida como Derry & Toms. El precio del simio fueron £300, que se traducen a unas 25 mil libras contemporáneas. Tras perder a sus padres a manos de cazadores furtivos, el bebé fue capturado y llevado a Inglaterra.

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John Daniel: un niño particularmente peludo

La historia del gorila que fue adoptado y vivió como un niño en Reino Unido

Rupert Penny, quien lo compró finalmente, fue quien decidió bautizarlo por el nombre que llevaría hasta el fin de sus días: John Daniel. Sin embargo, a los pocos meses de convivir con él todos los días, se dio cuenta de que no sabía cómo cuidar a un primate en desarrollo.

Con desidia, decidió encargárselo a la que sería su hermana: Alyce Cunningham, quien había vivido en Uley desde siempre. Ella tampoco supo qué hacer, así que comenzó a tratarlo como otro niño más, particularmente peludo. Los demás locales siguieron su idea, y el simio creció yendo a la escuela y tomando té.

Además de participar en los rituales del pueblo, John Daniel tenía su propia habitación, sabía prender la luz de la casa y aprendió a ir al baño como un ser humano. Sin embargo, desarrolló un gusto precoz por la sidra local, a diferencia de otros de sus pares en la escuela.

Mientras pudo, el gorila disfrutó de jugar con otros niños en la primaria, de viajes largos en el coche convertible de su familia, y del cariño de los demás habitantes de Uley. Décadas más tarde, Margaret Groom señaló al sitio web de Gloucester Live:

Durante casi cuatro años, John Daniel viajó varias veces con su familia adoptiva a Londres, porque tenían una residencia en la lujosa Sloane Street. Sin embargo, estos años felices tendrían que llegar a su fin.

Vendido a un circo

Para 1921, John Daniel pesaba 95 kilos. Era un gorila masivo que prometía crecer mucho más, por lo que se volvió un gasto insostenible para la familia Cunningham. Alyce, su hermana adoptiva, se dio cuenta que tendría que encontrarle un lugar en donde pudiera ser atendido de la mejor manera.

Pensó que no podría vivir por su cuenta en África. Por esta razón, cuando un comprador estadounidense le prometió una vida saludable y feliz para el gorila, se lo vendió con la esperanza de que en Florida pudiera tener una vida mejor. En lugar de eso, el simio fue vendido al Barnum & Bailey Circus.

Una pieza de museo

Años más tarde, John Daniel fue a parar en el zoológico de Madison Square Garden, en Nueva York. A los pocos años de ingresar ahí, su salud se deterioró significativamente. Los cuidadores de la institución recuerdan que suspiraba largamente, y se lamentaba en soledad. Por esta razón, se pusieron en contacto con Alyce. Tan pronto como se enteró del paradero de su hermano, zarpó hacia Estados Unidos.

Antes de que ella llegara a verlo, John Daniel murió de una neumonía fulminante. En su honor, Alyce decidió preservar su memoria donando el cuerpo al Museo Americano de Historia Natural. Fue preservado y expuesto en el museo de Nueva York en 1922. Al día de hoy, John Daniel permanece ahí expuesto, como una de las piezas más de exhibición permanente.

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