Por Marina Valera
Stockholm Street Style, Jak & Jil, Le 21ème, Face Hunter, Street Peeper o, el más conocido, The Sartorialist eran algunos de los blogs que convirtieron, hace más de una década, el street style en uno de los contenidos de moda más demandados fuera del circuito de las revistas. Una aproximación cercana y espontánea al estilo propio que se desmarcaba de la irrealidad de los editoriales y que venía a replicar la fórmula, pero en versión online, que ya había hecho famoso a Bill Cunningham desde los años 70 con sus instantáneas para el periódico The New York Times. Como ya hiciera este célebre fotógrafo, que estableció las bases de la fotografía de moda callejera, los fundadores de estos blogs –Scott Schuman, Tommy Ton, Phil Oh o Adam Katz– recorrían las calles de su ciudad en busca de personas anónimas cuya forma de vestir captara su atención. Una especie de “caza del tesoro” que se hizo mucho más sencilla cuando el escenario no era otro que las semanas de la moda.
“Hubo una transición del street style real al street style de las semanas de la moda”, explica el fotógrafo y habitual colaborador de Vogue Jonathan Daniel Pryce. “El tiempo y el esfuerzo que se necesita para encontrar sujetos como fotógrafo cuando haces street style ‘real’ es alto. Creo que muchos fotógrafos pasaron a otros géneros o al street style profesional en las semanas de la moda”, apunta. El consumo intenso por parte del público de estas imágenes y su atractivo –los insiders posaban en ”las ciudades más increíbles con la ropa más lujosa”– hicieron el resto. Dos formas de retratar el estilo propio que para Scott Schuman no tienen nada que ver. “Una vez que las marcas y las revistas decidieron explotarlo, el street style de las semanas de la moda perdió toda su frescura porque se convirtió en una cuestión de cantidad sobre la calidad”, sentencia.
La experiencia de Schuman en estas lides no es poca. Su blog The Sartorialist nació en el año 2005 y fue el pionero en lo que a fotografía de calle se refiere presentada bajo este formato. Al preguntarle por los últimos diez años de street style, Scott sostiene que no ha cambiado, sino que es Instagram lo que ha modificado la dinámica, y no solo en cuanto a su forma de consumo. “Ya nadie quiere ser ‘desconocido’. Se ha perdido el misterio y con él una cierta dosis de magia”, desvela. Pero esta pérdida del anonimato ya se veía venir incluso antes del boom de esta red social. Con la publicación del street style de las semanas de la moda en las revistas, llegó la identificación de sus propias heroínas: de las editoras francesas –como Emmanuelle Alt o Geraldine Saglio– a la conocida como armada rusa –con Miroslava Duma y Elena Perminova a la cabeza–.
Pero más allá del tratamiento que se hiciera de estas fotos por parte de los medios, allá por 2010 el street style de las semanas de la moda y el street style real tenían muchos más puntos en común de lo que pudiera parecer. Aunque a las afueras de los desfiles resultara más sencillo dar con editoras de moda que iban a trabajar con increíbles estilismos –con prendas compradas y combinadas por ellas mismas de la cabeza a los pies–, todavía existía cierta espontaneidad en todo aquello. La llegada al front row de las egobloggers más conocidas y la planificación de sus looks en colaboración con las firmas de lujo dinamitó el cariz improvisado del street style hasta la fecha. “Terminando la década, ciertamente hubo una comercialización del proceso. Mucho regalar y vestir a la gente para promocionar marcas. Justo antes de la pandemia, vi que esto empezó a decrecer un poco a medida que las marcas se retiraban de esa sobreexposición”, señala Jonathan Daniel Pryce.
Para Scott Schuman, la pérdida de espontaneidad del street style en las semanas de la moda no solo ha tenido que ver con la intervención de las firmas. “Yo añadiría que las revistas también han jugado su papel cubriéndolo y publicándolo en sus redes sociales con muy poca información editorial. Se convirtió en clickbait”, asevera. Para Daniel Pryce, habitual fotógrafo de street style de Vogue, ese elemento artificial resulta un fenómeno interesante en sí mismo. “Estoy seguro de que en un futuro miraremos hacia atrás, a finales de la década de 2010, desde un prisma particular, para ver el éxito de esta categoría de fotografía y el gran interés de las marcas por participar. No es necesariamente negativo o positivo, es solo un reflejo de la cultura”, revela.
Aunque la pandemia y sus consecuencias en las semanas de la moda –de la imposibilidad de viajar a los shows virtuales– hayan menguado de forma dramática la presencia de insiders y editores en las capitales de la moda en plena época de desfiles, el negocio del street style ya empezaba a hacer aguas. “Cientos de fotógrafos acuden ahora a los grandes desfiles en comparación a los 25 que había cuando Adam Katz Sinding empezó por primera vez en 2011, saturando el mercado y reduciendo las tarifas”, escribía Daphne Milner en Business of Fashion en un artículo acerca del regreso del street style publicado el pasado mes de febrero. Para Daniel Pryce también se estaba produciendo un cambio sustancial, incluso antes de la crisis de la COVID-19. “Los influencers, que empezaban a dominar las calles, se estaban dando cuenta de que podían publicar su propio contenido sin siquiera acudir a los shows, así que ya había un alejamiento de la cultura de los influencers”, explica.
En un artículo publicado en Vogue UK sobre el futuro del street style también se hace referencia a esa autosuficiencia que han alcanzado las grandes estrellas de la calle con millones de seguidores en Instagram. A pesar de que las prescriptoras ya no necesitan estos grandes eventos para dar a conocer su estilo y ni mucho menos para comercializarlo, este puede ser un un buen momento para recuperar la esencia del street style de antaño. “Si pienso en cuando comencé, antes de que se convirtiera en algo mucho más grande, realmente se construían relaciones entre los fotógrafos y los sujetos. Ahora estamos en un lugar donde esto tiene que evolucionar nuevamente. Así que, quizás, sea una oportunidad para corregir el rumbo y comenzar a documentar el estilo en la calle de una manera más auténtica”, sostiene la fotógrafa de street style Tamu McPherson –conocida por su blog All The Pretty Birds– en este mismo artículo.
Esta oportunidad de regreso del street style auténtico podría estar íntimamente ligada al desconfinamiento en las capitales de Europa y Estados Unidos y al resurgir del estilo personal tras tantos meses de encierro. Para muestra, el street style que Vogue.com publicó el pasado 29 de marzo cuyas fotos fueron tomadas en el parque McCarren situado en el barrio de Brooklyn. “A medida que se distribuyen las vacunas, la esperanza de un resurgimiento está en el aire. Y con la reapertura, está, por supuesto, la moda. [...] La gente está empezando a vestirse de nuevo con su ropa favorita para los primeros días de primavera”, escribe Liana Satenstein. Aunque Scott Schuman cree que las personas que quieren expresarse a través de la ropa siempre lo harán sin importar situaciones externas, opina que “una vez que esta pandemia termine, veremos un regreso (al menos por un tiempo) del revenge dressing y de la gente realmente disfrutando saliendo, vistiéndose y sintiéndose bien”.
Jonathan Daniel Pryce asegura que en Londres ha notado cómo la gente se está vistiendo de una manera que no veía desde hacía años. “Incluso si es solo para sentarse en un parque o dar un paseo diario, puedo ver a la gente probándose nuevos conjuntos o buscando looks que no habían usado en un tiempo. Hay una sensación palpable de que la gente quiere volver a expresarse”, observa. Las ganas de vestirse parecen ser proporcionales a las ganas de obtener ideas de personas anónimas que están pasando por esta misma experiencia de redescubrimiento. Sin ir más lejos, la cuenta de Instagram Madrilenians in Madrid, que retrata los looks de los viandantes de la capital de forma anónima (la gran mayoría de las imágenes son de espaldas), abrió hace tan solo 2 meses y medio (a finales de enero) y ya cuenta con la friolera de 37 mil seguidores. Su cofundadora Mayte Salido explica que no tienen intención de etiquetar a las personas ni mostrar sus rostros porque se podría perder la esencia de la cuenta.
“El éxito de la cuenta se basa en que, en una época en la que las redes sociales muestran una realidad un poco distorsionada y fotografías muy pensadas y posadas, Madrilenians in Madrid y este tipo de cuentas de street style publican un contenido más real, personas anónimas con las que te puedes sentir identificado fácilmente. También creemos que el éxito de estas cuentas puede deberse a la falta de street style de las Fashion Weeks”, explica Salido, que confirma que suman aproximadamente 2.000 seguidores a la semana. Aunque no cree que esté todavía en el zeitgeist (como lo estaba a finales de la década de los 2000), Jonathan Daniel Pryce también percibe ese deseo por ver street style en las redes sociales en particular. “Siento que ahora estamos en una nueva fase en la que el estilo urbano es tan esencial como las fotografías de la pasarela. Es una nueva perspectiva que se siente más inmediata y con la que te puedes identificar”, sostiene.
Para Scott Schuman el street style es ya una parte intrínseca de los medios de comunicación y siempre lo será pero, como todo en la moda, evolucionará y fluirá a la par que el gusto cambiante de los tiempos. “La cuestión realmente es: ¿cuándo hará la fotografía de moda editorial algo nuevo que refleje este momento en la moda? ¿Cuándo volverán a entusiasmarnos los editoriales y quiénes serán los fotógrafos que lideren esta nueva visión?”, se pregunta Schuman. Quizás el hecho de que el street style naciera en primera instancia como una herramienta con la que reflejar el estilo personal estableciendo así sus propias tendencias, independientemente de las marcas y de sus intereses comerciales, ha permitido que sea más permeable a los cambios. Tras su fagocitación por parte de la industria, este parón provocado por la pandemia podría servir para hacer tabula rasa, devolverle la visibilidad a los consumidores de moda anónimos y ofrecer una información más realista al público a través de un street style más auténtico. Si las marcas realmente desean conocer de primera mano cuál es el comportamiento real de los compradores, este podría ser un buen comienzo.
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