Según el informe 'Fashion on Climate', publicado el año pasado por McKinsey & Company y la organización Global Fashion Agenda, la moda fue responsable de al menos el 4% del total de emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global en 2018. Esto equivale a lo emitido en un año por Francia, Reino Unido y Alemania combinados. La ONU indica que la industria textil es el segundo consumidor de agua en el mundo y que cada año utiliza 93.000 millones de metros cúbicos de este elemento, cantidad que abastecería a unos cinco millones de personas. Además, solo el 1% de los materiales utilizados en la producción de ropa se recicla para fabricar nuevas piezas.
Se espera que el sector crezca, lo cual haría que su impacto aumente salvo que se tomen medidas drásticas que cambien la manera en que se diseña, se produce y se consume la moda.
Precisamente para combatir el despilfarro de materiales textiles surgió Circular Fashion Partnership (Alianza de la Moda Circular, en español), una iniciativa global que une a marcas, fabricantes y recicladores para desarrollar e implementar nuevos sistemas de captación de los restos de tela que quedan de la producción textil antes de que terminen en basureros o quemados. Esos retazos de tela son reciclados y se vuelven a utilizar en la producción de nuevas prendas. La alianza también se encarga de buscar soluciones para el excedente de existencias causado por el parón en el consumo debido a la pandemia de Covid-19.
El modelo inicial se implementó en Bangladesh, segundo productor de ropa en el mundo después de China, y cuyo producto interno bruto depende en un 11% de esta industria. Si es exitosa esta iniciativa, en la que participan famosas marcas como H&M, Bershka o Pull & Bear; se escalaría a nivel global. Algo que ayudaría a reducir la huella ambiental de la industria, que aún tiene mucho camino por recorrer para poder cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible.
Según Holly Syrett, gerente senior de sostenibilidad de Global Fashion Agenda, organización que impulsó esta iniciativa, si no se implementan cambios radicales en la manera de actuar del sector, la industria textil fallaría en conseguir los compromisos para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París de mantener el aumento de la temperatura global por debajo del 1,5 ºC y excedería en un 50% sus emisiones.
Para Syrett, "la circularidad es el sistema que ayudará a que la industria de la moda pueda ser de valor para las personas y las comunidades, pero también para que pueda desempeñarse dentro de los límites que tiene el planeta y restaurar la biodiversidad". Un sistema que requiere de la participación de todos los actores involucrados: desde los que diseñan las prendas, pasando por los que las fabrican, hasta los consumidores que, con sus decisiones, pueden influir en el mercado. En las etapas iniciales se necesita una mayor investigación de materiales alternativos más sostenibles, mejores prácticas agrícolas y adopción de energías renovables.
Y en las etapas finales, de donde surge el 30% de las emisiones del sector, Global Fashion Agenda nos recuerda que los consumidores podemos reconsiderar la manera en la que consumimos ropa para reducir nuestro impacto: "en lugar de comprarla nueva, podemos usar ropa de alquiler o comprarla de segunda mano. Lavar y secar menos la ropa, reciclarla y asegurarnos de no desecharla sin más y retornarla a la cadena de valor".
Con esta iniciativa pretenden crear un cambio sistémico en la industria de la moda, que está en la mira, además de por cuestiones ambientales, por temas de justicia social. Para Syrett, no se puede "hablar de revolucionar la industria de la moda sin abordar la justicia social o los derechos humanos (...), que tienen que ser respetados a lo largo de toda la cadena de valor. Hay que ocuparse de los riesgos laborales, que van desde las condiciones peligrosas de trabajo hasta la discriminación" Para mejorar estas condiciones Global Fashion Agenda insiste en que son necesarias "iniciativas que unan tanto a gobiernos como al sector privado para mejorar las condiciones laborales".
El 20% del impacto ambiental de la moda recae sobre los ciudadanos así que, como consumidores, podemos tener un gran impacto en cómo será el futuro de esta industria. Por lo tanto, la filosofía de 'reducir, reutilizar, reparar y reciclar' es tan válida en las decisiones de estilo, como en las que tomamos con los demás productos, servicios y alimentos que consumimos.
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