A modo de introducción
Este artículo nace de la necesidad de explicarme a mi mismo qué siento hoy en día cuando leo un cómic de la nueva y diferente Marvel pero también pretende lanzar al aire unas ideas para que entre todos podamos reflexionar sobre los cómics que leíamos, cómo han cambiado y si merece la pena seguir con ellos. Hay que advertir que nos centraremos en los cómics. El universo Marvel cinematográfico y televisivo queda al margen; lo que si comentaré es la influencia que puedan tener en el universo Marvel de papel, que la tienen.
Pido indulgencia si alguien detecta un error en los datos o en la secuencia cronológica de los acontecimientos ya que, aunque me he ayudado de la wikipedia para confirmar mis dudas, parten de mi memoria y esta puede ser traicionera. Aunque sería más exacto decir que, más que de mi memoria, este artículo parte de mi experiencia como fan de los cómics Marvel, de lo que recuerdo y de las sensaciones que tuve en su momento. Es evidente que faltan datos y que no abarca todo el escenario porque sería imposible sintetizarlo en un artículo pero si creo que se tocan los puntos que para mi, como lector, fueron los más relevantes.
Antes de llegar a la inevitable conclusión, es inevitable también recordar de dónde venimos, lo que hemos leído y porque ahora nos sentimos huérfanos. Por eso este artículo es también una brevísima historia de Marvel desde el punto de vista de un fan, un recorrido por aquellos hechos que marcaron mis lecturas y las de mis contemporáneos. De nuevo disculpad si omito hechos que para otros son más importantes. Seguro que algo me he dejado pero no ha sido con intención sino por incapacidad de abarcarlo todo.
Los años de gloria
Los años de gloria de Marvel, para mi y para otros, se sitúan en el pasado siglo XX, entre la segunda mitad de la década de los 70 y principios de los 90. Incluso podemos ponerles una fecha, más o menos precisa: desde mayo de 1975 a diciembre de 1991, es decir desde que Chris Claremont ayuda a Len Wein a guionizar el mítico Giant Size X-Men 1 al X-Men vol. 2 nº 3, en el que Claremont abandona a los personajes de los que se ocupó durante más 15 años.
Durante 17 años, Chris Claremont escribió la colección más vendida de la editorial y marcó la pauta al resto. Sus argumentos y diálogos hicieron que corriésemos al quiosco a comprar el siguiente número. Por si fuera poco, Claremont demostró que conocía bien el oficio: se adaptó a todos los dibujantes que tuvo y escribió sus historias pensando en ellos. Desde las aventuras espaciales de Dave Cockrum a las historias urbanas de Paul Smith.
Sin embargo, la estancia de Claremont en X-Men, si bien puede definir toda una época, no fue el único factor que propició los años de gloria de la editorial. Los X-Men de Claremont coincidieron con dos factores realmente importantes. El primero de ellos fue Star Wars. Marvel tuvo la vista de hacerse con los derechos para continuar las aventuras de Luke Skywalker y compañía allí donde se acababa el Episodio IV y eso salvó a la editorial de la bancarrota. Sin Star Wars, Marvel habría desaparecido hace tiempo.
El otro factor fue la presencia de Jim Shooter como editor en jefe desde 1978 a 1987. A Jim Shooter se le recuerda por muchas cosas y casi todas negativas. Se le acusa de dictador, de imponer su criterio por encima del de los autores, de pensar sólo en vender juguetes y de homófobo, entre otras cosas. Pero todo eso no debería importarnos. Jim Shooter, como editor en jefe y por tanto máximo responsable editorial de Marvel en aquellos momentos, fue el hombre que propició la continuidad de Claremont en X-Men y que puso a Frank Miller a los mandos de Daredevil, que puso a Walter Simmonson en Thor, a Roger Stern en Spiderman y a John Byrne en Los 4 fantásticos. Es verdad que alguno se fue a la competencia cansado de sus modos y de cobrar poco pero hay que darle a Shooter el reconocimiento y el mérito que se merece. Sin él, muchas de las historias que disfrutamos no habrían tenido lugar. Habría habido otras pero no esas.
El principio de la decadencia
En 1991 Claremont se harta y abandona Marvel. Es el ejemplo de lo que esta pasando. Han dejado de valorar su trabajo, el dibujante Jim Lee pasa por encima de él sin respetar su guión y a la dirección editorial, en manos de Tom DeFalco desde 1987 a 1994, le da igual. Creen que la espectacularidad del dibujo lo es todo y que está por encima de las buenas historias. Algunos fans cortos de luces aplauden la marcha de Claremont y la llegada de Jim Lee, aplauden a Rob Liefeld en X-Force y a Todd McFarlane en Spiderman. El resto somos conscientes de que ha acabado una época y nos agarramos a los restos del naufragio esperando una resurrección milagrosa.
Apenas unos años después, Lee, Liefeld, McFarlane y compañía le dan a Marvel lo que se merece y se van para fundar Image. Marvel se encuentra con que lo apostó todo a esa jugada y le han hecho trampas delante de sus narices. Toca intentar reconducir la situación como buenamente se pueda, con lo que hay a mano. El cargo de editor en jefe pierde importancia y se divide la editorial en oficinas: una para la línea Spiderman a cargo de Bob Budiansky; otra para los X-Men con Bob Harras a la cabeza; otra para Los Vengadores y todo lo cósmico, que queda para Mark Gruenwald; mientras, Bobbie Chase y Carl Potts se ocupan de Marvel Edge y Epic Cómic. Se pierde la sensación de universo cohesionado que había desde la época de Stan Lee y Jack Kirby. Ahora cada uno irá por libre y que cada oficina aguante su vela.
En mi opinión, el que mejor ejemplificaba el escenario en el que nos encontramos fue Bob Harras. Bob Harras pensaba que los X-Men se vendían por si solos, sin importar quien escribiera las historias y dando mayor importancia al dibujo. Pero alguien debía figurar como guionista y, en coherencia con su pensamiento, Harras cogía a los primeros que pasaban por la puerta de su despacho el día que necesitaba a alguien para firmar los guiones de X-Men. El más afortunado fue Scott Lobdell. Nunca sabremos si pasaba por allí buscando la puerta del baño pero le tocó la lotería y a los lectores nos toco sufrir sus guiones, llenos de diálogos insustanciales y vacíos de contenido, excepto en la que fue su mejor creación, Generación X. Hasta los más torpes aciertan a veces.
Como era de esperar. con este desaguisado las ventas iban de capa caída. Para remediarlo, alguien tuvo una brillante idea: recuperar a los autores que se habían ido para fundar su propia compañía, esto es Jim Lee y los demás, y poner en sus manos los personajes más emblemáticos de la editorial, los 4 Fantásticos y Los Vengadores.
La esperanza, como el rayo, golpea
Entre 1996 y 1997, tuvo lugar lo que se conoció como Heroes Reborn. Los 4 fantásticos y los Vengadores fueron transportados a lo que luego supimos que era un universo de bolsillo creado por Franklin Richards y allí revivieron sus orígenes y aventuras. Esto fue lo mejor que le pudo pasar a la editorial, aunque fue de rebote.
Sin sus héroes más importantes y con los mutantes acusados de su desaparición, los héroes urbanos como Daredevil o Spiderman no podían hacer frente a las grandes amenazas, por lo que se necesitaba que alguien ocupase ese lugar. Ese alguien fueron Los Thunderbolts y su aparición marcó el camino a seguir. Su primer número olía a clasicismo intrascendente pero cuando se llegaba a la última página te golpeaba un rayo de esperanza. En una época en la que no había Internet y no sabíamos que existía la palabra spoiler, la sorpresa final era indescriptible. Por primera vez en mucho tiempo queríamos saber que pasaba a continuación gracias a un guión inteligente que para nada pecaba de tramposo, obra de un autor que devolvería a Marvel al buen camino: Kurt Busiek. Con su trabajo, Busiek demostró la importancia de contar con un buen escritor, así como de complementarlo con un buen dibujante, que en su caso fue Mark Bagley. Kurt Busiek demostró que, en un cómic, no debe primar un aspecto sobre otro, guión sobre dibujo o dibujo sobre guión, sino que ambos deben ir de la mano para contar una buena historia. No quiero ni pensar que habría sido de nosotros sin Kurt Busiek.
Tras el regreso de los principales héroes de la editorial, Busiek se ocupó de Los Vengadores y Iron Man; Thor quedó en manos de Dan Jurgens, quien hizo un gran trabajo; Capitán América regreso a las manos de Mark Waid. Escritores de primera fila que se unían a dibujantes como George Pérez, Ron Garney y Sean Chen. En un error de cálculo, Los 4 fantásticos se adjudicaron a Scott Lobdell pero hubo un momento de lucidez y no duró más de tres números, tras los cuáles quedaron en manos de… Chris Claremont. Justicia poética.
Sin embargo la situación no era del todo la ideal. El buque insignía, la imagen de la compañía seguía dando bandazos. Spiderman continuaba en manos de escritores que no tenían ni idea de que hacer con el personaje. Ya se había intentado todo: volverlo más oscuro, sustituirlo por un clon, dejar que John Byrne se ocupara de él,… de mal en peor. La salvación llegó otra vez de puro rebote, con la creación de la línea Marvel Knights en 1998, la que se ocuparía de los héroes más urbanos de la compañía, una línea en la que se incluía un cómic que a la postre resultaría lo mejor para Spiderman: el Daredevil de Kevin Smith y Joe Quesada.
La era adulta
En Daredevil, Kevin Smith desarrollaría Diablo Guardían, una historia llena de sorpresas y giros argumentales que rescataba al personaje para el gran público después de una etapa, la de D.G. Chichester y Scott McDaniel, con más pena que gloria. El gran tirón de Smith entre el fandom (Smith es “uno de los nuestros”, un friki de mucho cuidado) ayudó a la colección pero también ayudó su dibujante, Joe Quesada, quien junto a su compañero en la editorial Event Cómics, el entintador Jimmy Palmioti, se ocuparon de la edición de la línea Marvel Knights.
El enorme éxito de esta línea y más en concreto de Daredevil, movió a Marvel a confiar en Quesada y le dío la dirección editorial de toda la compañía, ocupando el cargo de editor en jefe en sustitución de Bob Harras, que había vuelto a abarcarlo todo.
A Joe Quesada también se le ha acusado de todo pero, al igual que a Jim Shooter, hay que darle un reconocimiento y el mérito que se merece. Porque fue Joe Quesada el que se trajo al hombre que salvaría a Spiderman, el antiguo editor de la línea Vértigo de DC, Axel Alonso. Y fue Axel Alonso el que decidió que Spiderman iba a quedar en manos de quien lo llevaría a su edad adulta y escribiría las mejores historias que se han escrito nunca sobre el personaje: Joseph “Joe” Michael Straczynski.
Procedente del mundo de la televisión, el guionista de la serie de televisión Babylon 5, Joe Michael Straczynski, JMS para los amigos, cogió a Spiderman y lo hizo adulto, le hizo enfrentarse a si mismo y ver quien era, lo alejó del Daily Bugle sin renunciar a él y lo puso de profesor de instituto. Escribió el mejor número que se haya escrito jamás de Spiderman sin que salga Spiderman: La conversación (Amazing Spiderman, vol. 2, nº 38), en el que tia May se enfrentaba a Peter y sus mentiras y ambos se perdonaban para poder seguir adelante. Desde su absurda resurrección, nadie sabía que pintaba ese personaje hasta que Straczynski justificó su vuelta en un sólo número. El matrimonio de Peter con Mary Jane por fin parecía un matrimonio; el personaje se integró en Los Vengadores y ya no parecía un adolescente con mallas. Por fin Peter Parker nos había alcanzado.
Es obligado mencionar lo que para algunos supuso un patinazo. Straczynski se atrevió a tratar un tema prácticamente tabú: las relaciones sexuales de Peter Parker con Gwen Stacy. Muchos fans pusieron el grito en el cielo por la forma en que JMS trató a Santa Gwen pero si lo pensamos detenidamente fue muy valiente. Era absurdo continuar pensando que Gwen había muerto virgen. Cuando se narró su muerte era una época más beata en la que no se podía tocar el tema pero, si asumimos que el tiempo Marvel no es igual al tiempo real, llega un punto en que tienes que poder tratar las cosas de acuerdo en el tiempo en el que vives. La solución de Straczynski fue polémica pero había que hacerlo y él se atrevió. Los cobardes que vinieron después decidieron mirar hacia otro lado.
Mientras esto pasaba en Spiderman, Joe Quesada, de la mano del editor Bill Jemas, creaba también la Línea Ultimate, que narraría de nuevo la historia de los personajes de la editorial desde un punto de vista totalmente moderno. Mark Millar se ocuparía de Ultimate X-Men y Brian Michael Bendis haría lo propio con Ultimate Spiderman. A pesar de los rumores que apuntaban a que la línea Ultimate sustituiría al universo Marvel tradicional, nada más lejos de la realidad que acabó sucediendo. Millar y Bendis acabarían por ser los encargados de dar un nuevo enfoque al Universo Marvel tradicional.
En 2004 Bendis se hace cargo de Los Vengadores y empieza una auténtica revolución. La etapa de Busiek se había hecho demasiado larga, con una gran saga que apenas tenía su reflejo en el resto de títulos. Tras un breve paso de Geoff Johns por la colección, Bendis destruye por completo a los Vengadores e inicia una serie de ciclos o sagas que interconectarían a todos, absolutamente todos los títulos de la editorial de una forma que no se había visto desde los tiempos de Stan Lee.
Asistimos a sagas como Dinastia de M, Civil War, Reino Oscuro, Asedio y La edad heroíca. Los Vengadores se convertirían en el eje central del Universo Marvel hasta el punto de que Spiderman y Lobezno acaban por integrarse plenamente en sus filas. Los lectores estábamos enganchados como nunca y parecía que regresaban los años de gloria de Marvel. Pero al final, la cosa no fue como esperábamos.
Brian Michael Bendis es un autor con ideas brillantes pero su estilo se impone sobre ellas. Sus tramas se eternizan números y números sin necesidad y sus diálogos ocupan páginas y páginas sin que los personajes digan absolutamente nada interesante pero de esto te das cuenta con el paso del tiempo. Como autor de un producto de consumo de usar y no releer, Bendis es brillante, un auténtico vendedor de humo que dispara las ventas y al que le han surgido imitadores de debajo de las piedras, siendo los más destacados autores como Matt Fraction y Jonathan Hickman, que a la larga resultan mucho peores que Bendis. Mucho más revolucionario y mejor guionista es Mark Millar pero este ha descubierto que es muy bueno en lo suyo y que puede ganar más dinero realizando sus propias historias, quedándose con los derechos de autor y vendiéndolos a Hollywood para ganar más dinero.
Disneylandia
En 2009, Disney anuncia la compra de Marvel. La editorial ya había demostrado que su división cinematográfica funcionaba y Joe Quesada pasó a desempeñar nuevas funciones dentro del conglomerado, siendo sustituido por Axel Alonso. Lo que en principio me parecía una buena noticia al final me ha descolocado y no se que pensar. ¿Es posible que este sea el mismo editor que hizo adulto a Spiderman? Porque la realidad es que, bajo su batuta, los cómics Marvel de ahora no tienen nada que ver con lo que él editaba anteriormente. Como fan que compra sus cómics y que no tiene acceso a lo que sucede puertas adentro de la compañía tan sólo tengo una explicación y pasa por agarrarme a las teorías que dicen que Marvel ha sido fagocitada por el espíritu de Mickey Mouse.
Hace unos meses, en 2015, Marvel anunció un evento que supondría un reinicio para sus series, Secret Wars. Al final no sabemos si ha sido un reinicio o no porque cada autor ha retomado sus tramas donde las dejaron antes de dicho evento. Lo que si parece, tras leer diversas declaraciones de los autores de All New All Different Marvel, que aparecen, por ejemplo, en la revista Marvel Age, es que hay un esfuerzo para hacernos ver que tras las Secret Wars todo va a ser más molón, superguay y sobre todo divertido, como si lo que había antes fuese aburrido y no interesase a nadie, como si fuese una agonía leer a Claremont, a Miller, a Busiek o a Millar.
Es el espíritu Disney aplicado a los cómics, proveniente de las películas y la televisión: diversión a raudales y chistes en cada viñeta. “Los chistes lo son todo”, dice uno de los personajes de All New All Different Los Nuevos Vengadores nº 1. Las páginas de los cómics Marvel han vuelto a llenarse de adolescentes en un intento de que la juventud que sigue Disney Channel se enganche a lectura: la adolescente Ms. Marvel, el Spider-Man Miles Morales o Nova se han unido a los Vengadores, junto al ahora famoso Iron Man, que cada vez se parece más a Robert Downey Jr., igual que Ojo de Halcón es calcado a Jeremy Renner.
La sensación es que se ha perdido el rumbo. Parece que cada serie va por un camino diferente de la otra. Junto a joyas como Sam Wilson: Capitán América o Thor, Diosa del Trueno, tenemos auténticos tostones como La Extraordinaria Patrulla X y auténticos despropósitos como El Asombroso Spiderman. Si hay una colección que ejemplifica lo que está pasando, es la de el hombre araña. Como ya señalé en la crítica de la nueva serie, a este Spiderman no lo reconoce ni Steve Ditko. Peter Parker es ahora un millonario inventor que va de sobrado, que es un genio de los negocios y de la tecnología y está rodeado de personajes de nuevo cuño y de otros rescatados del olvido para que la serie resulte lo más políticamente correcta que se pueda.
Un fan de Spiderman en Facebook me comentaba que no estaba de acuerdo con mi crítica y me decía que Spiderman sigue siendo Spiderman sólo que ahora es multimillonario. Es lo mismo que decir que Michael Jackson, al final, seguía siendo Michael Jackson sólo que era blanco cuando resultaba evidente que no era lo mismo Invincible que Thriller. En este caso es lo mismo: aunque el personaje se llame Spiderman no es lo mismo leer este All New All Different El Asombroso Spiderman que el Spiderman de Straczinsky.
Conclusión
Marvel ya no escribe para mi. Esa es la tremenda conclusión a la que he llegado tras escribir este artículo. Puede que nunca lo hiciera o puede que haya sido yo el que ha cambiado y ve la vida de otra forma pero si creo que, si bien siempre he considerado los cómics como un producto de la cultura popular de rápido consumo y sin vocación de trascender más allá del momento en que fueron publicados, por lo menos autores como Chris Claremont, Frank Miller, John Byrne o Mark Millar, por citar unos pocos, se molestaban en que sus creaciones tuviesen una doble lectura o un transfondo que llegase no sólo al público al que estaban destinados en principio sino a gente que buscaba algo más, que no quería quedarse en las batallas de personajes embutidos en lycra y que pedía un mayor tratamiento de los personajes, referencias culturales, mitología o que se yo, cualquier cosa, algo más. Ahora no dan esa sensación. Algunos cómics de la nueva y diferente Marvel tienen tanta profundidad y complejidad como el mecanismo de un chupete. Por suerte tampoco son todos, hay excepciones.
Mi primera impresión como lector, tras asomarme a los primeros números de All New All Different Marvel, fue que se había retrocedido a la época de Bob Harras como editor jefe, aquella en que se primaban unos aspectos en detrimento de otros y que supuso el inicio de la decadencia tras los años gloriosos pero en realidad no es así. Creo que Marvel está en pleno proceso de renovación, se está reinventando, buscando llegar a un público que tiene acceso a Internet en su casa y en su móvil, que tiene televisión por cable y videoconsolas de última generación, un público que está acostumbrado a la inmediatez, al espectáculo efímero y vacío de contenido. Para llegar a ese público el precio a pagar es sacrificar por el camino a los lectores que llevan toda la vida con ellos, unos lectores que en su mayoría están situados en una franja de edad entre los 35 y los 45 años, los supervivientes de aquel naufragio que tuvo lugar cuando Claremont abandonó el barco.
Es muy difícil que alguien situado en esa franja de edad pueda entender a Kamala Khan, la nueva Ms. Marvel; es muy difícil sentir empatía por Amadeus Cho, el nuevo Hulk, cuando Hulk ya no es una maldición, ya no es aquel cáncer que definió Peter David en su gran etapa; Hulk ya no es Bruce Banner, un hombre perseguido y acosado. Ahora Hulkes un adolescente, el octavo hombre más inteligente del mundo (o el noveno, porque Peter Parker igual le ha alcanzado) que disfruta siendo Hulk. Hulk ahora es guay y molón y divertido. Se ve que antes no lo era, antes era un muermo sólo apto para carrozas.
Aún así, aunque seamos plenamente conscientes de eso, podemos seguir leyendo cómics Marvel. Es totalmente legítimo. Todavía se hacen buenos cómics aunque no vayan expresamente dirigidos a nosotros. Podemos leer a Jason Aaron en su gran etapa en Thor; a Charles Soule en Los Inhumanos y en cualquier cosa que haga. Pasa en los cómics y en cualquier obra de género que esté bien hecha pero hay que ser conscientes de lo que se lee: no es lo mismo Divergente, destinada a un público específico y que se escribió pensando en ese público,que Harry Potter, escrita de forma totalmente diferente. Por si alguien se lo pregunta y no lo ha leído, la saga de Harry Potter es de lo mejor que se haya publicado nunca en el campo de la fantasía, una obra a la que las películas no le hacen justicia.
La paradoja es que, mientras escribo posts como este, Marvel destaca como la editorial más importante del mercado americano. El pasado mes de marzo su cuota de ganancias se sitúa en el en el 37,39%, por encima de la cuota de ganancias de DC, situada en el 26,32%. La cuota de unidades vendidas de Marvel está en el 42,71% frente a la cuota de DC, situada en el 25,94%; la tercera editorial en el ranking es Image Cómics, con un 8,63%. Con estos datos, la diferencia de Marvel con respecto al resto es significativa, como se puede apreciar en los siguientes gráficos.
Sin embargo, estas cifras y estos datos lejos de hacerme cambiar de opinión me reafirman en lo que he escrito, que es que Marvel ya no dirige sus historias a alguien como yo, lo que no quita que no tenga su público. Si nos fijamos en los 100 cómics más vendidos en EE.UU. el pasado mes de marzo, Marvel acapara la mayor parte del top ten pero fundamentalmente gracias a las series de Star Wars, series que creo que tienen un gran nivel. Para encontrar las series que a mi me han gustado en el All New All Different Marvel hay que bajar hasta el puesto 19, donde aparece Sam Wilson: Capitán América, seguida de Thor, Las Vengadores y Doctor Extraño, casualmente las que sigo.
Fuente de los datos de ventas: Diamond Comic Distribuitors
Fuente de los datos de ventas: La Casa de El
Espero que, si habéis llegado hasta aquí, el artículo os haya hecho reflexionar o como mínimo que os haya entretenido. Podéis dejar vuestra opinión y vuestras reflexiones en los comentarios. Estoy seguro de que no soy el único que piensa que Marvel le ha abandonado, igual que estoy seguro que hay muchos que están encantados con esta nueva etapa. Un saludo a todos y nos leemos en otros posts.